La Posta: Andersson Boscán, Luis Eduardo Vivanco y su repudio por lo indígena
El día de hoy los medios digitales y redes sociales ecuatorianas amanecieron discutiendo la tendencia causada por el acróstico transmitido a través del programa “La Posta XXX” en TC televisión, donde los periodistas Andersson Boscán y Luis Eduardo Vivanco definieron al líder del movimiento indígena y actualmente presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE Leonidas Iza como un cabrón.
Lo
que los medios de comunicación no dicen en su relato de los hechos, y que puede
ser entendido ya que su rol es informar y no necesariamente dar opiniones, es
que la descripción de las supuestas características de personalidad y carácter
que los periodistas manifiestan, son extremadamente racistas. ¿Por qué?
Pues
bueno, hay tres aspectos interesantes de analizar al respecto: la figura
campesina y los estereotipos que la acompañan, la relación entre ser anarquista
y bronquista en el Ecuador y, la obsesión y narcicismo como una respuesta al
reclamo y acciones legítimas de un sector de la población.
Entonces,
la palabra ‘campesino’ hace referencia a una persona que vive y desenvuelve sus
actividades en el campo. Y, en el caso ecuatoriano la noción de este
significado está profundamente relacionada con la identidad del pueblo
montubio. Esto, debido a que las personas montubias construyen su identidad
colectiva en relación con el campo y las actividades diarias de producción, lo
que configura parte de su historia y etnicidad. Sin embargo, esta palabra ha
sido usada frecuentemente como un sinónimo de pobreza y barbarie, es decir ‘lo inteligente es lo citadino versus lo
bruto es lo campesino’. Dichas apreciaciones son importantes para entender
cómo se ha escrito, leído, tratado y comunicado acerca de la presencia de
personas de pueblos y nacionalidades en el Ecuador.
Pero
el caso que nos ocupa tiene una especificidad, y es ‘lo indígena’. Lo indígena que ha sido durante siglos entendido como
‘lo bárbaro’, y en el caso ecuatoriano la barbarie puede ser también entendida
como bronca. Es decir, si la bronca es pelea, disturbio y por ende está fuera
del orden social. ¿No estaríamos hablando de anarquía? ¿No sería entonces una
forma de definir lo indígena como anárquico?
Por
supuesto, esta es una lectura atravesada por el hecho de que según Boscán y
Vivanco, lo peor que le pudo haber pasado a la sacrosanta democracia
ecuatoriana han sido las manifestaciones de octubre de 2019, lideradas por el
movimiento indígena, y acompañadas de las organizaciones de base de distintos
sectores. Y, ¿Enserio? ¿Enserio lo peor de la historia del Ecuador es que la
élite se haya despertado un día para darse cuenta de que ‘los indígenas’ pueden ejercer presión a nivel nacional con
argumentos sólidos? ¿Qué es lo que ello nos dice de este Ecuador plurinacional
y pluricultural?
Luego,
los argumentos sobre ser obsesivo y narcisista, me recuerdan mucho a las conversaciones
sobre quién tiene derecho a la dignidad. Cuando el discurso de seguridad
relacionado con las fronteras del país cruza por la dinámica de las comunidades
afroecuatorianas de Imbabura y Carchi, las personas no afrodescendientes suelen
decir cosas como: ‘es que en el Chota
ahora hay casas de dos y tres pisos y tienen carrazos, eso es por el
narcotráfico y el contrabando’. Y bueno, ese es un análisis que profundizaré
en otro momento. Lo que sí, es que se habla de las comunidades como si por
cultura debieran estar sumidas en la miseria, como si las personas no tuvieran
derecho a movilizarse con dignidad, o a tener una propiedad de calidad.
Y eso
mismo replicaron los periodistas de La Posta al definir a Leonidas Iza como
obsesivo con el poder y narcisista por considerase una figura de trascendencia
nacional. Sobretodo si se señala el hecho de que es el presidente de una
Confederación Nacional de pueblos con más de 500 años de historia de luchas y
reivindicaciones sociales, que hace parte de la política nacional y que –aunque
no lo quieran reconocer- tiene peso en el país. ¿O es que hay que seguir
minimizando la presencia de los pueblos y nacionalidades indígenas como parte
del discurso político?
Finalmente,
quedan muchas, muchísimas preguntas por hacer y discutir, pero lo que sí es
evidente es que en este país la libertad de expresión se confunde con ‘decir lo
que quiero’ como un sinónimo de permisos sociales que rayan en la promulgación
de estereotipos y discriminación.
'libertad de expresión y comunicación', una de las promesas de campaña de Lasso, quien recibió el abierto respaldo de estos pseudoperiodistas en mención y ahora les concede un espacio en señal abierta a través de un canal incautado... Esto es lo que se nos viene si no nos mantenemos vigilantes del proyecto de ley presentado por el banquero presidente en la Asamblea, porque desde sus esferas de confort y privilegio libertad de expresión es sinónimo de libertad de exclusión, de agresión y de repulsión... habrá que ver cómo procede la Fiscalía General del Estado, ante un abierto y claro delito de odio racial, ni siquiera debería esperar que Iza, la Conanie o el Movimiento Indígena de Cotopaxi tomen acciones particulares, pues deberían iniciar de oficio una investigación, dichas expresiones que tan bien desmenuzas fueron emitidas públicamente... y que estos avergonzantes seres no se escuden bajo el pretexto del humor...
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